Por Silvia Soler y Milena Pafundi
Foto: Casa Arco Iris
Ahora mismo en Tijuana no hay nadie intentando cruzar la frontera. Las calles están vacías. La comunidad LGBTQI+ migrante en México decidió resguardarse en los albergues y pasar unidxs en esta época de pandemia. Tras los anuncios de Donald Trump de no otorgar más ayudas económicas a migrantes- no habrá políticas de asilo- y el endurecimiento de las políticas migratorias del presidente mexicano Manuel López Obrador de no otorgar visas humanitarias a les solicitantes en la frontera sur con Guatemala, el panorama es cada vez más complicado para migrantes en tránsito por México.
Les migrantes LGBT+ en Tijuana están atrapades entre las violencias de las que huían, las violencias del crimen organizado y las autoridades migratorias. Ahora se le suma también las violencias que implican la exposición al contagio de coronavirus a la espera de que se reabra la frontera con EEUU.
Cristina Franco, maestra y directora del albergue LGBTI Casa Arco Iris en Tijuana, contó a Presentes que en México la cuarentena no es obligatoria y apelan a la responsabilidad ciudadana. Cada Estado fija sus reglas. En Tijuana la Guardia Estatal se pasea por la calles con mascarillas y guantes pidiéndole a la gente que si no tiene necesidad urgente de estar en la calle, regresen a sus casas.
[LEE TAMBIÉN: Ser LGBT y viajar en la caravana migrante de América Central]
En la Casa Arco Iris se encuentran en estos días 18 personas, mayormente centroamericanas. En otra proporción menor jamaiquinos, un cubano, y dos mexicanos. Los días no son del todo fáciles ya que no pueden organizar nada que mantenga la dinámica de convivencia activa. Se suspendieron todos los talleres, y ya casi ninguno sale. “Están tranquiles porque también son una población que se conoce desde hace tiempo, algunos ya tienen aquí como 7 u 8 meses. El más reciente entró hace 1 meses” cuenta Cristina y agrega que es posible que se queden allí por un buen tiempo más.
Aquellas personas que lograron atravesar la frontera a Estados Unidos antes del endurecimiento de las políticas migratorias viven con mucha preocupación la pandemia de Covid-19.
Yessi es trans y llegó a Tijuana en marzo de 2019. Después de pasar 4 meses en el albergue para migrants LGBTI Casa Arco Iris, logró solicitar asilo entregándose a las autoridades migratorias de EEUU. Pasó 13 días en las famosas hieleras (ICE por sus siglas en inglés): “El maltrato fue terrible y es una situación muy traumática”, contó Yessi Prsentes. . “Luego estuve detenida en la cárcel 2 meses y medio”. Ahora vive en California y no está trabajando porque todos los lugares que podrían ofrecerle empleo están cerrados: restaurantes, hoteles, cafés, etc. “Ahora me siento muy traumada porque la situación aquí es terrible y no podemos salir a la calle, no tenemos acceso al médico ni al psicólogo. Las personas que estamos en tratamientos hormonales no sabemos cuando volveremos a poder a acceder al suministro de hormonas, esto está afectando muy duro a las personas lgbt.”
Sin visas humanitarias
Casi todxs los que se encuentran en Casa Arco Iris tienen su número y están esperando a ser llamados. Asimismo hay gente que está intentando llegar desde Tapachula a Tijuana. “Nos han contactado a través de la página algunas chicas transexuales y al parecer Migración no les está facilitando tarjeta por visa humanitaria. Están varadas allá, en Tapachula. Por ahora no esperamos a nadie, ni se van tampoco., dice Cristina
“Yo quiero pedir asilo porque vengo huyendo de una relación donde había violencia, fui amenazado y tengo mis pruebas. Mi ex pareja era médico y trabajaba para la mafia. Apenas iba a solicitar mi número pero no puedo hacerlo porque todo está cerrado por la Pandemia”, cuenta Iván de 34 años, proveniente de Guadalajara.
Protocolos
En Tijuana hay 33 albergues para migrantes. Todos están en comunicación, apoyándose en este momento. Casa Arco Iris es uno de los dos albergues para migrantes LGBTI. Allí se siguen todos los protocolos de higiene recomendados: gel antibacterial en la entrada, lavado de manos al entrar y se doblaron los turnos de limpieza.
“Hemos creado un cuarto de cuarentena en caso de que alguien presente alguna gripe común. Tendría que estar en el cuarto si les da gripe. En ese caso se llama a la médica de cabecera. Hasta ahora hemos tenido un caso de gripe común y tos prolongada. No tenemos ningún positivo” dice Cristina.
Cómo funciona Casa Arco Iris
Casa Arco Iris destina parte de su presupuesto a la comida y la otra parte proviene de donaciones en especie. Algunes de les migrantes que están de paso en el albergue trabajan, aunque en el contexto de la pandemia sólo dos pudieron mantener sus puestos. El resto, que trabajaba en cafés y restaurantes locales, ya no van porque los negocios cerraron y alegan que no están en condiciones de pagarles.
“A quiénes les toca cocinar tienen la tarea de limpiar un poco más en profundidad los alimentos, frutas y verduras”, cuenta Iván.
“Los albergues estamos muy al pendientes de seguir al pie de la letra los protocolos, entendemos que estamos muy expuestos, nosotros no podemos darnos el lujo de no estar entre más de 10 personas reunidas. Extremamos las precauciones: cualquier persona del propio equipo que presente algún síntoma, le damos la incapacidad y que no se presente”, agrega Cristina.
Las organizaciones internacionales como ACCNUR están pendientes. Les llaman dos o tres veces por semana y les han dado artículos de higiene, antibacteriales, gel, mascarillas y guantes.
México ante la pandemia
Las políticas de prevención en México pretenden hacer un balance que proteja la salud y las economías más debilitadas, tal como anunció el subsecretario de Salud López – Gatell a finales de marzo.
La declaración de estado de emergencia a nivel nacional del 31 de marzo no contempla la obligatoriedad y el control por parte de las fuerzas de seguridad de la permanencia de la ciudadanía en sus casas.
La jornada de sana distancia, un paquete de medidas que pretende la desmovilización masiva de personas es la principal campaña de prevención implementada por parte del gobierno.
México, un país con alrededor del 60% de informalidad no puede negar la subsistencia a millones de personas que viven al día: es por ello que las medidas no han sido como en otros países de la región, que han implementado la obligatoriedad del “Quédate en casa”. Esta misma disyuntiva es la que atraviesan les migrantes LGBT+ a lo largo de la frontera con EEUU: entre la posibilidad de la subsistencia económica o la todavía más precarizada espera a la tramitación de asilo en la frontera.
Esta situación abona la inseguridad tanto frente a la pandemia como frente a la delincuencia organizada que acecha a les migrantes en lo que ha sido el más violento -pese a la pandemia- con un total de 2.585 asesinatos registrados en marzo.