AUTORA: MELISSA ORTIZ MASSÓ @melamalo
A 70 años de la Declaración de los Derechos Humanos resulta cada vez más urgente y pertinente seguir defendiendo derechos, y en este sentido ir entendiendo y afianzando la agenda de derechos. Esto significa entender cómo ampliar y mejorar su interpretación y la asignación de responsabilidades, de ahí el interés de entrar al tema de Empresas y Derechos humanos.
De inicio poner en un mismo renglón empresa y derechos humanos puede sonar extraño o fuera de lugar, más cuando hemos construido durante décadas la idea de que es el Estado el máximo garante de los derechos humanos. Sumado a ello se nos ha enseñado que además es el propio Estado el que viola los derechos humanos, el Estado y solo el Estado. ¿Y si no fue solo el Estado?
Si tenemos suerte y nos encontramos con un ánimo creativo y con ganas de entender cómo mezclar empresas y derechos humanos, lo que comúnmente encontramos es que la gente asocie el tema a que las empresas tienen actividades y políticas a favor de la comunidad con la que trabajan o en la que trabajan y llevan acabo buenas acciones enmarcadas en la famosísima responsabilidad social corporativa (RSC). Y es que las empresas han tendido a abordar los problemas sociales a través de programas de RSC. Sin embargo, estos programas generalmente se llevan a cabo de manera selectiva, según lo que la compañía desea abordar voluntariamente. Es un acto de buena onda y no en realidad de responsabilidad.
Cuando hablamos de Empresas y Derechos Humanos de lo que estamos hablando es tal cual que las empresas respeten todos los derechos humanos, sin dejar espacios ni la opción de abordar los problemas con los que se sienten cómodos. Trabajar desde un marco de derechos humanos y no de RSC implica tener por un lado un enfoque universalmente reconocido y centrado en las personas, en los impactos sociales y ambientales de las empresas y por otro lado no da lugar al buenondismo, es una obligación: RESPETAR
Debemos ser realistas, es ingenuo pensar que las empresas no tienen impactos en derechos humanos. Cada empresa, sin importar el tamaño y alcance, en cada sector tiene un impacto en los derechos humanos y RESPONSABILIDADES. Las empresas pueden afectar de manera positiva o negativa a toda la gama y cuestiones de derechos humanos.
A 70 años de la Declaración Universal de los derechos humanos, no podemos mantener la idea de que las normas de derechos humanos solo son aplicables a los gobiernos y no al sector privado. Pretender que su única obligación es respetar las leyes nacionales es insuficiente ¿qué pasa si estas normas son contrarias a derechos? ¿Qué pasa si estas normas no están acorde a los cánones internacionales en materia de derechos humanos?
No olvidemos que en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se hace un llamado a cada individuo y las instituciones, para promover y respetar los derechos humanos. En este sentido todos los individuos tenemos derechos y libertades, esto es dignidad humana, y las empresas en tanto son parte de las instituciones de nuestra sociedad deben considerar todos los derechos para administrar sus responsabilidades de manera efectiva.
En el marco internacional en los últimos años se ha establecido una discusión del tema. Desde Naciones Unidas se crearon los Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos en donde se establecen tres pilares: “Proteger, respetar y remediar”, es decir el deber del Estado de proteger, la responsabilidad corporativa de respetar y la necesidad de un mayor acceso de las víctimas a un recurso efectivo, judicial y no judiciales para encontrar solución a los impactos sufridos por las actividades empresariales.
Estos principios son una caja básica de herramientas que nos da una base para comenzar a atender el tema en nuestras realidades, y quizás no sean lo más completo, pero nos da un primer esbozo de por dónde debemos ir. Hay discusiones para ir más allá de unos principios que no son vinculantes, y para ello se está comenzando a discutir un Tratado Vinculante sobre Empresas y Derechos Humanos en el cual se dé más certezas jurídicas para el actuar y la responsabilidad compartida de Estados y empresa en el respeto de los derechos y en los medios y formas de reparación.
La mayoría de las empresas prestan poca atención a los derechos humanos, no porque no les importe o porque intentan beneficiarse de ello, sino porque generalmente no los consideran relevantes para el negocio, y es habitual que las empresas no sepan de la conexión entre sus operaciones y conceptos de derechos humanos.
Las empresas pueden ser clave para el cambio: las empresas pueden ayudar a obligar a los gobiernos a mejorar la protección de los derechos humanos y también pueden ser un ejemplo para otros sectores o empresas más pequeñas. Sería interesante que el sector corporativo analizara y entendiera cómo la integración de los derechos humanos en sus operaciones puede resultar en una situación de ganar-ganar.
Hay mucho que hacer y esto no es solo una cuestión de cortesía o corrección política o una tendencia o moda que comienza a desarrollarse. Los impactos negativos por no considerar una política interna de derechos humanos cada vez son más comunes.
Cada día hay más inversionistas que esperan que las compañías se comporten y hagan lo correcto en términos de derechos humanos para colocar su dinero en un proyecto seguro que garantice que no tienen impactos negativos. Es más común ver a empresas involucradas en juicios por violar los derechos humanos. Y, sobre todo, las personas están muriendo o siendo atacadas por empresas, desde 2015 hasta la fecha, más de 1300 defensores que trabajan en temas relacionados a actividades empresariales han sido atacados (México se encuentra dentro de los cuatro países con mayor índice de asesinatos de defensores relacionados a actividades empresariales), o temas como el cambio climático y los impactos ambientales también está tomando muchas vidas y desplazando a muchas personas.
A 70 años de la Declaración toca seguir defendiendo los derechos, sin dar paso atrás, y avanzando en identificar de a cómo y qué nos toca en el reparto de responsabilidades. Las empresas generan mucho en nuestra sociedad, trabajamos y consumimos de ellas, pero ellas también se benefician de nuestras tierras, recursos y trabajo. Toca comenzar a tener una relación más sana y respetuosa.