El Presidente no habla de feminicidios ni de violencia en contra de las mujeres y la razón parece ser clara: no sabe que decir ni que hacer.
López Obrador gobierna haciendo política y no administrando. Aunque las dos son necesarias, tienen una lógica distinta. La primera parte de la autoridad de los símbolos, la contención y confrontación, las preferencias y pulsiones. La segunda requiere de evidencia técnica, diagnóstico, previsiones presupuestales, planeación y más. Son muchas las diferencias, pero en términos muy generales, el que administra confronta la realidad, mientras que el político, busca crearla en función de sus propios intereses.
En ese sentido la política es un juego de narrativas. ¿De qué se habla y quien se apropia de las soluciones? Un ejemplo. El PRI perdió la narrativa en el combate anticorrupción, como Calderón en materia de seguridad. Las razones son obvias por evidentes. En cambio, López Obrador se ha hecho con las narrativas de la transformación de México, la austeridad, la honestidad y muchos otros. Es el dueño de la agenda pública.
La política entonces es un juego de apropiación de narrativas: quien tiene legitimidad para hablar de X tema y sobre todo, para solucionar Y problema. Un presidente que solo hace política, hablará en exclusiva de los temas en los que controla la narrativa. Es decir, solo sobre aquello en lo que él sea el referente. Bajo esta lógica, ¿por qué el Presidente es indiferente a los feminicidios y la violencia en contra de las mujeres? Intento de respuesta:
1.- Es un conflicto social para el cual no tiene la solución;
2.- Porque más que solución, es parte del problema. Es decir, representa al gobierno;
3.- El no es el dueño de la narrativa, son las mujeres;
4.- Más aún, perdió ya la legitimidad sobre el tema; y,
5.- Es una situación tan compleja, que para comenzar a solucionarlo se requieren de muchos elementos que el desdeña, como planeación, evidencia, técnica, diagnóstico y mucho trabajo especializado. Es decir, lo propio de la administración.
Como López Obrador gobierna haciendo política, este conflicto le produce electrochoques internos. Porque no puede antagonizar con las mujeres, referirse a ellas como la mafia del poder, o argumentar que pretenden deslegitimar su proyecto transformador.
No sabe que hacer. Los feminicidios y la violencia contra las mujeres se salen de su propia narrativa. La genética política del lopezobradorismo, que es la confrontación, no tiene la capacidad para enfrentar un problema tan complejo. De ahí su indiferencia.
Foto: Viridiana Ramirez
Ig: @yavirarom