La verdad, ya no sé. Durante los últimos seis meses he tenido la oportunidad de grabar un podcast para la plataforma de @PuentesMx que titulamos #NoSeDiceProvincia. El objetivo del programa es sencillo: tender puentes entre lo diverso, chistoso y profundo que sucede en los estados de la República con lo que sucede en esta gran chilanga ciudad.
Banda de Culiacán, Tijuana, Acapulco, Monterrey, Hermosillo, Guadalajara y la misma Ciudad de México ha pasado a compartir sus experiencias sobre la tierra que les vio nacer. La lista es larga y vamos empezando.
Ha sido muy bonito ver que, aunque nos quejamos todo el tiempo, cuando se trata de hablar de nuestras ciudades se nos iluminan los ojos, hablamos más fuerte (o golpeado, o cantado según sea el caso) y lo hacemos con mucho orgullo. Estamos dispuestos a escarbar en la memoria o incluso ir en busca del dato más desconocido para compartir.
Ahora sabemos que en Hermosillo hace tanto calor que meten a los niños en agua con hielos, y que hay una gran organización en torno a la defensa del territorio de los nueve pueblos originarios.
Que al mismo tiempo que en Tijuana disfrazan a los burros de cebra y se disputan los mejores tacos del país, se han fortalecido los lazos sociales para hacer frente a la violencia.
Que en Acapulco hay un monumento a un buzo ilustre y que la movilización de los grupos territoriales, hoy en día, pinta como la única esperanza.
Que en Culiacán además de los mejores mariscos y atardeceres, hay ciudadanos dispuestos a denunciar la violencia con valentía y ética periodística o a acompañar a familiares de personas desaparecidas o asesinadas.
Que en Monterrey se toma mucha Coca y todo se exagera, pero también que hay vecinos prendidos organizándose para mejorar su entorno y abogados formándose con conciencia social.
Creo que, mientras no encontremos un mejor sinónimo a la “provincia” o al “interior de la República”, seguiremos utilizando estos términos. No importa, creo que ya hasta cariño le estamos tomando. Quizá lo importante es dejar claro la riqueza que hay en la diversidad del país y sobre la cual se puede construir tanto.
No se puede negar que la capital del país es un gran lugar, probablemente uno de los más bellos del mundo. Una ciudad dotada de historia, cultura, gastronomía y al mismo tiempo progresista, de ciudadanos informados, politizados y chidos.
Pero, ¿nos conviene que siga siendo la caja de resonancia del país? El centralismo obliga a que algunos grupos tengan que desplazarse para manifestarse aquí, a que el valor de las decisiones de los gobiernos estatales o municipales se minimice, y a que, a veces, se pierdan de vista proyectos novedosos que ocurren en otras entidades.
Al final, buscamos que el programa sirva como un muy breve inventario y reconocimiento a estas iniciativas. También, para recordar que lo grande se construye en lo pequeño y que, tal vez, algunas respuestas que este país necesita se pueden encontrar en lo local.
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Si te dieron ganas de escuchar #NoSeDiceProvincia, puedes encontrarlo en puentes.me/provincia o en Spotify.
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